Hoy en día existen zapatillas deportivas para todas las necesidades. También para los aficionados a caminar. ¿Recurrir a un calzado de ‘running’ entraña algún riesgo?
Zapatillas para pronadores, para supinadores, para pies planos, para runners noveles, para corredores de maratones, para los que corren en cinta, para adeptos del fitness y hasta del yoga… para todos y cada uno de ellos se ha diseñado producto específico. La cada vez mayor especialización en el terreno de las zapatillas deportivas lleva a todo aquel que prefiere practicar el sereno deporte de caminar a preguntarse: ¿tengo que conformarme con una zapatillas de running cuando yo no corro? Los detractores de “una zapatilla para todo” alegan que puedes acabar sufriendo dolor de espalda, te arriesgas a lesionarte o sufras problemas de transpiración. Veamos que hay de cierto en todo esto.
Ángel de la Rubia, Presidente de la Sociedad Española de Podología Deportiva (SEPOD), nos confirma que “el calzado deportivo adecuado y específico para cada actividad deportiva es un elemento fundamental para realizar la función que requiere dicha disciplina”. De la Rubia nos explica que, concretamente, el calzado de running, debe tener un buen equilibrio entre amortiguación y estabilidad para evitar posibles lesiones.
Pero correr es una cosa y caminar, otra. Mientras que en el running el pie golpea el suelo durante cortos espacios de tiempo y con un impacto considerable, al caminar efectúa un movimiento como de mecedora, de forma que el peso rueda desde el talón y continúa hasta los dedos del pie. Como señala el podólogo, "el gesto al andar es menos agresivo e implica un menor impacto de nuestro aparato locomotor sobre el terreno”.
“Las zapatillas de running están preparadas para absorber grandes cargas de trabajo que realmente no tienen lugar al andar”, indica De la Rubia. No considera que esa sobreprotección sea negativa: "Lo que es bueno para correr también lo es para caminar Nuestros pies estarán más protegidos y el resto de nuestras articulaciones, tobillo, rodilla, cadera e incluso columna vertebral, sufrirán también menos impacto”.
Pero otros expertos, como la podóloga estadounidense Emily Splichal, autora de Everyday is your runway: A shoe lover's guide to healthy feet & legs, son más alarmistas. Splichal defiende que caminar requiere una amortiguación más completa, y que hacerlo con zapatillas de running "puede derivar en lesiones de impacto como fascitis plantar, fracturas y tendinitis". Desde la Clínica Mayo (EE UU) advierten de que usar "zapatillas de caminar que sean cómodas y aptas para nuestros pies puede prevenir lesiones como ampollas y callos".
De hecho, existen zapatillas de walking: diseñadas para caminar, no para correr. "Están fabricadas para ser más flexibles a través de la bola del talón, y así permitir una mayor amplitud de movimiento a través del arco de la planta", explican desde New Balance. "También tienen un mayor soporte de arco para proteger donde la fuerza es más pesada en el pie. Las zapatillas de running, por el contrario, tienen más amortiguación en el talón —el punto de impacto— y menos protección a través de la bola del pie. La cantidad de calor generado en el movimiento de correr es mayor, por lo que los zapatos de running también se hacen con una mayor cantidad de malla para mantener los pies frescos durante el ejercicio".
Comodidad ante todo, dice la ciencia
En un reciente estudio de la Universidad de Calgary (Canadá) quisieron probar científicamente si el calzado especializado podía alterar la manera en que corre un deportista y así disminuir sus lesiones. Los resultados fueron sorprendentes: lo que verdaderamente disminuye las lesiones es que el calzado “sea cómodo”. El doctor Nigg, que lideró la investigación, explica en sus conclusiones que "nuestro cuerpo es un excelente juez y cuando ignoramos o luchamos en contra de nuestros cuerpos (utilizando un calzado inadecuado) aumenta el riesgo de lesiones”. Por ello, y para aquellos a los que no les gusta caminar con un zapato de running (aunque sea más cómodo que un sábado en chándal) el podólogo Ángel de la Rubia recomienda “calzado tipo casual”, aunque el especialista recuerda que a partir de una hora de caminata diaria le parece más oportuno un zapato tipo running.
Otro aspecto a tener en cuenta está relacionado no con nuestra salud sino con la de las zapatillas: si utilizamos las mismas para correr y para caminar, durarán menos. Una zapatilla deportiva acabará sufriendo deformaciones debido a su “sobreutilización pasado su periodo de vida útil”, aclara de la Rubia. Entonces habrá llegado el momento de invertir en un nuevo par de zapas.
Via as.com/buenavida
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