Al caminar entramos en contacto con nuestra parte instintiva, que empieza a hablarnos. Caminar no es solo una forma de cuidar de nuestra salud. Es también una técnica terapéutica para pensar.
Al caminar entramos en contacto con nuestra parte instintiva, que empieza a hablarnos. Incluso hay quienes postulan un tipo de cultura donde andar simboliza un modo de avanzar en nuestro día a día rompiendo esquemas y creciendo emocionalmente.
Entre media hora y una hora al día
Caminar entre media hora y una hora al día sería lo más saludable. Los fines de semana, si dispones de un poco más de tiempo, podés organizar alguna ruta distinta a la habitual para poder alargar ese paseo y para modificar la rutina porque así los propios esquemas del “pensar andando” se regeneran.
Al principio será suficiente media hora diaria, mejor si es en las primeras horas de la mañana, cuando hace menos calor y todo alrededor nuestro está empezando a moverse.
Este corto intervalo de tiempo ya le permite a nuestro corazón el poder activarse y poner en marcha un sinfín de procesos: la oxigenación, la correcta circulación, acompasar el ritmo cardíaco, quemar calorías…
Nuestros pensamientos están en constante movimiento. Siempre. Sin descanso. Y si no hacemos nada para que se tomen un respiro terminaremos sintiéndonos abrumados, estresados, agotados y fatigados
A lo largo del día recibimos muchos estímulos. De nuestros familiares, amigos, parejas, compañeros de trabajo, redes sociales…
Todo ello es información acumulada que pocas veces tenemos tiempo de procesar, de analizar con detalle para saber qué impacto nos causa, si estamos de acuerdo, si nos molesta. Debido al estrés diario, las personas disponemos de escaso tiempo para “desgranar nuestras emociones” y pensar con calma.
Al caminar, todo cobra importancia y todo se relativiza
Sentí la paz. Caminá en armonía con vos y con el mundo. Hacé que tus pasos sobre la tierra sean pacíficos.
Entrás en contacto con la tierra y con el cielo y, en el medio, está tu mente. Es entonces cuando estamos libres de molestias externas y cuando nuestra voz interna empieza a hablar y nos permitimos escucharnos.
La técnica de caminar se ha utilizado desde la antigüedad. Es más, grandes pensadores como Nietzsche, Rimbaud, Rousseau, Kant, o Marcel Proust, fueron grandes paseantes a lo largo de su vida. Gracias a este ejercicio cotidiano, conseguían liberar la mente y meditar con mayor profundidad sobre la realidad, y sobre sus propias identidades.
Via buenavibra.es
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