¿Por qué no ponerlo en práctica? Solo necesitas unas buenas zapatillas y un escenario agradable por donde andar y que, además, favorezca tu oxigenación. Ideal si vas al campo o una zona verde habilitada para caminar.
Caminar no cuesta dinero y, sin embargo, enriquece nuestra alma, libera nuestra mente y cuida de nuestro cuerpo. Pocos ejercicios resultan tan terapéuticos y adecuados para casi cualquier edad.
Según la European Society of Cardiology caminar unos 20 minutos todos los días nos va a permitir cuidar de nuestro corazón y disfrutar de un gran bienestar. Es más, según este trabajo, podríamos ganar entre 3 y 7 años más de vida.
Te ofrecemos 5 buenas razones por las que deberías empezar hoy mismo.
Caminar, un buen remedio antiestrés
Algo que debemos tener muy en cuenta es que el mayor enemigo para nuestra salud son el estrés, la rutina y los pensamientos negativos.
En ocasiones, el simple hecho de hacer todos los días lo mismo acaba “automatizando” nuestro cerebro, y no hay nada más peligroso que un cerebro falto de estímulos y descanso.
Salir a andar, sin presiones, sin más obligaciones, solo con una botella de agua y bien equipados para ello supone una liberación mental que nuestras neuronas agradecen.
Se relativizan pensamientos, oxigenamos nuestras células y, de pronto, la vida pierde “su rigidez” para permitirnos ser más libres.
Caminar nos ayuda además a reconectar con nuestras necesidades emocionales. Iniciamos un diálogo interno liberador que relaja muchas de nuestras estructuras cerebrales para regular la neuroquímica asociada al estrés.
Caminar nos vuelve más creativos, encontramos nuevas soluciones a nuestros problema
Puede parecer una tontería, pero algo tan sencillo como cambiar de “escenario”, poner en marcha nuestro corazón y aportar mayores niveles de oxígeno a nuestro cerebro, favorece la liberación de determinados neurotransmisores que van a conseguir lo siguiente:
Regular nuestros niveles de cortisol (a mayor nivel aparece el estrés, pero en un límite adecuado favorecemos la motivación y la energía).
Se reorganiza la neuroquímica de nuestro córtex frontal, ahí donde establecemos planes, metas, donde aparecen nuevas ideas favorecidas por nuestras emociones, ahora más relajadas.
Otro aspecto que debemos tener en cuenta es que las personas estamos acostumbradas a movernos casi siempre por los mismos escenarios, y por espacios más bien pequeños.
Algo tan sencillo como salir a andar por el campo nos trae nuevos olores, sensaciones, nuevos estímulos visuales. Una mente más relajada y rodeada de estímulos placenteros tiene la capacidad de generar nuevas y mejores ideas.
Así que si en algún momento te sientes atrapado o presionado ante un problema, ya lo sabes: sal a caminar.
Andar, el ejercicio favorito para tu corazón
Hay un aspecto que debemos tener en cuenta. No se trata de “correr”o de andar excesivamente rápido. Si de un día para otro exigimos a nuestro cuerpo algo a lo que no estamos acostumbrados puede ocasionarnos problemas.
A la hora de caminar basta con seguir una marcha normal pero sin llegar a correr. De ese modo, no nos cansamos en exceso y obligamos al corazón a “ponerse en marcha”, a mejorar la circulación y a oxigenar los tejidos de nuestro cuerpo.
Al mejorar la presión sanguínea regulamos también el nivel de azúcar en sangre.
Caminar nos permite también mantener nuestro peso corporal y combatir la obesidad.
Mejoramos la salud de nuestro sistema inmunológico, y también liberamos muchas de esas toxinas que tienden a enfermarnos o a traernos la clásica retención de líquidos.
Caminar para cuidar de tus huesos
Uno de los mayores riesgos para nuestra salud ósea es el sedentarismo. Pasar entre 8 y 12 horas sentados debido a nuestro trabajo nos trae graves consecuencias que se van acumulando y que serían las siguientes:
Rigidez articular.
Falta de elasticidad muscular.
Acumulación de grasa, que supone una sobrecarga para nuestros huesos.
El cartílago pierde fortaleza y elasticidad.
Queda claro que si tenemos una lesión de espalda o rodilla no podemos someternos a largas caminatas. En muchos casos, algo tan sencillo como caminar unos 10 minutos en una cinta de andar donde la superficie es plana y segura nos puede resultar muy terapéutico.
En caso de tener un problema óseo, debemos atender nuestras particularidades para no provocarnos una lesión. Por ello, lejos de renunciar al sano ejercicio de caminar, puedes consultar con un especialista cuál sería el mejor modo de llevar a cabo este ejercicio.
Caminar todos los días durante 20 minutos nos protege frente a la pérdida de masa ósea y la descalcificación.
Cada vez que caminamos al aire libre recibimos una buena dosis de vitamina D, muy necesaria para mejorar la coordinación muscular y reducir el riesgo de fracturas.
Además de ello, el terapéutico ejercicio de andar nos permite, gracias a la reactivación de la circulación sanguínea, que los nutrientes lleguen de modo efectivo a todas las partes de nuestro cuerpo.
Fuente: informe21.com
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