La vida en las ciudades hoy es muy distinta de la que tuvieron nuestros padres o abuelos. En la actualidad, cada vez se pasa menos tiempo al aire libre. Según los expertos, este simple hecho nos expone a un mayor riesgo de ansiedad, depresión y otras enfermedades mentales.
En efecto, diversos estudios aplicados en zonas urbanas han encontrado que las personas que tienen poco acceso a áreas verdes presentan una mayor incidencia de problemas psicológicos que aquellas que viven cerca de parques o que tienen la posibilidad de estar en contacto frecuente con la naturaleza. El contacto con la naturaleza es capaz de alterar la forma en la que opera nuestro cerebro y, de esta manera, mejorar nuestra salud mental.
La buena noticia es que para beneficiarnos de este efecto no tenemos que salir de la ciudad. Un estudio reciente de Gregory Bratman de la Universidad de Stanford encontró que una simple caminata por el parque podría ser suficiente. Bratman y sus colegas encontraron que los niveles de las hormonas de estrés de las personas tras una caminata breve al lado de áreas verdes eran significativamente menores que los de las personas que habían realizado una caminata igual de larga pero a través del tráfico de la ciudad.
En otro estudio, quizás el más importante, Bratman reclutó a un grupo de grupo de 38 adultos saludables pero que no se sentían bien consigo mismos y que se quejaban de que todo les salía mal en la vida. A través de un estudio de la actividad del cerebro de estas personas se pudo comprobar cómo este estado de ánimo generaba una mayor actividad en la corteza prefrontal subgenual del cerebro.
A continuación, el equipo de Bratman y sus colegas dividió al grupo en dos: al primer grupo se le asignó una caminata de 90 minutos alrededor de los parques de la Universidad de Stanford; y al segundo grupo se le asignó una caminata cerca de una autopista ruidosa y congestionada de Palo Alto. En ambos casos, los participantes del estudio no tenían permitido tener acompañantes o caminar escuchando música.
Inmediatamente después de concluida la caminata, los exámenes de actividad al cerebro se repitieron. Los resultados fueron sorprendentes: mientras las personas del grupo que caminó por las áreas verdes regresaron con una menor propensión a pensar en los aspectos negativos de su vida, los que tuvieron que caminar con el tráfico mantuvieron su estado de ánimo.
Para los investigadores esto indicaría que el contacto con la naturaleza puede ser muy efectivo para cambiar el humor de las personas. Quizás esta sea una de las razones más importantes para alzar la voz para impedir que sigan disminuyendo las áreas verdes en Lima y las ciudades del resto del país y para exigir que las contribuciones a SERPAR sean efectivamente pagadas.
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