Los pies son de gran importancia en la práctica de senderismo y cuidar su salud facilita la conquista de los objetivos
Con la llegada del buen tiempo, muchas personas se animan a caminar por el monte, a disfrutar del senderismo o el trekking. Una de las primeras acciones antes de empezar a practicar cualquiera de estos deportes es la adquisición del material adecuado, como ropa y calzado técnicos o la mochila y los bastones, entre otros. Sin embargo, hay un elemento clave en estas actividades: los pies.
Los pies son una estructura vital que sostiene el peso del organismo durante la mayoría de las horas del día y que, a menudo, no reciben la suficiente atención. No obstante, en la práctica deportiva hay que extremar sus cuidados y mantenerlos en buenas condiciones, ya que cualquier pequeña alteración -como una rozadura por fricción- puede provocar molestias que impidan calzarse las botas de nuevo, andar con comodidad o ser la causa de una lesión mayor.
Cómo cuidar los pies en el deporte
La higiene es una de las medidas indiscutibles que hay que tomar para cuidar los pies, junto con una buena hidratación. Sin embargo, hay otras que, aunque también imprescindibles, quedan un poco en el olvido. ¿Por ejemplo? Aplicarse protección solar para evitar quemaduras del sol en el dorso del pie.
Elena de Planell, profesora colaboradora de la Escuela Universitaria de Podología de la Universidad de Barcelona, aporta unas recomendaciones generales para el cuidado de los pies:
Cortarse las uñas rectas y limar las esquinas.
Lavárselos cada día con jabón neutro y agua tibia en invierno y fría en verano.
Secarse meticulosamente, sobre todo, entre los dedos. Si no se llega bien, se puede utilizar el secador.
Aplicar crema hidratante en todo el pie, a excepción de las zonas interdigitales, ya que puede producir maceraciones.
Valorar la piel de los pies cada día, utilizando un espejo si es necesario, para alcanzar todas las partes.
No cortar durezas ni callosidades ni tampoco usar callicidas que pueden provocar quemaduras. Lo mejor es acudir al podólogo.
Buena salud podológica para la práctica deportiva
El Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos añade otros sencillos consejos para que la práctica deportiva no pase factura a los pies:
Evitar el baño con agua caliente antes de la práctica deportiva, ya que debilita la piel y la deja más vulnerable a efectos de presión y fricción, por lo que es más fácil que aparezcan flictenas o ampollas.
La formación de ampollas se minimizan usando dos calcetines sin costuras, de tejidos naturales y transpirables.
No estrenar el calzado el día de la actividad deportiva. Lo mejor es usarlo unos días antes con el calcetín habitual.
Asimismo, mantener la piel del pie hidratada la hace más resistente a fuerzas de fricción o presión. Muchos deportistas y caminantes, antes de la práctica deportiva, se masajean los pies con vaselina (aceite mineral) o crema con urea para disminuir las rozaduras durante la actividad. Sin embargo, estas no son sustancias hidratantes sino emolientes, es decir, que retienen agua y sirve para suavizar la piel dura, proporcionándole flexibilidad y/o restaurando el contenido de grasa de las capas superficiales de la dermis. Su función es hacer de película oleosa sobre la piel y su absorción es lenta o nula.
No obstante, ante cualquier alteración en los pies, la recomendación es consultar a un podólogo.
La importancia de acertar con el calzado deportivo
Antes de escoger el calzado, hay que saber sobre qué superficie se utilizará: tierra, roca, asfalto... Botas de senderismo o zapatillas de trekking o trail running son las más empleadas. Sin embargo, cada una posee unas particularidades que las hace diferentes y específicas para cada disciplina: los contrafuertes, la amortiguación, el dibujo de la suela, la permeabilidad al agua...
Las botas de trekking o trail running son las que usan los corredores de montaña por ser ligeras, flexibles y con gran capacidad de amortiguación de impacto. Además de para estos deportistas, también son útiles para quienes solo desean hacer suaves caminadas de forma cómoda y segura.
Para las incursiones en zonas montañosas son más recomendables las botas de senderismo, ya que sus características las hacen más adecuadas para proteger los tobillos de potenciales torceduras, además de preservarlos de los posibles impactos con las piedras. Sin embargo, pesan más y son más calurosas que las anteriores. Para minimizar este efecto se aconseja utilizar un calcetín que se ajuste bien al pie, ya que, de lo contrario, es fácil que se desplace y provoque rozaduras que pueden terminar en ampolla. Una buena opción es elegir los que facilitan la transpiración, aportan protección en las zonas donde el calzado ejerce mayor presión y no tienen costuras.
De la misma manera que es fundamental tener claro qué tipo de calzado escoger, es importante el cómo hacerlo. La mejor hora para ir a comprar zapatos es por la tarde, cuando el pie está dilatado después de la jornada laboral o tras una caminada de 20 minutos. Hay que probarse el calzado con un calcetín de las mismas características que se usará para la práctica deportiva. Para acertar en el número es mejor probarse el habitual junto con uno superior, y así poder comparar el ajuste y la comodidad. Ante la duda, lo mejor es dejarse aconsejar por un especialista en este ámbito. Hay tiendas especializadas que tienen un servicio de análisis de la pisada que puede ayudar a escoger el modelo más indicado para cada tipo de pie y para cada práctica deportiva.
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