Paseos matinales o al atardecer por la playa pueden ayudarte a no convertir las vacaciones estivales en sinónimo de sedentarismo.
Para empezar, hemos de diferenciar entre la arena mojada y la seca, ésta como ya sabes supone un mayor esfuerzo al andar puesto que opone más resistencia la arena seca que la mojada. Para evitar agujetas, acostúmbrate primero a caminar por la arena mojada, a la orilla del mar, y luego hazlo por la arena seca, eso sí, en un caso u otro cuidado siempre con el sol.
Hablemos ahora de los beneficios de caminar por la arena
Controla el sobrepeso. Caminar por la arena requiere más esfuerzo y gastamos más calorías que si lo hacemos sobre el asfalto, trabajan de manera más intensa los músculos y logramos tonificar los muslos, glúteos y tobillos, previniendo posibles lesiones. Los minerales de la arena como el yodo, nos ayudan además, a hidratar la piel.
Caminar por la orilla mojándonos los pies mejora nuestra circulación periférica, cosa que agradecerán las feas arañas vasculares que aparecen en nuestros tobillos con la edad.
El contacto de la planta del pie con la arena favorece la relajación y mejora nuestras emociones ya que la planta del pié es un catalizador de sensaciones que hace que liberemos estrés cuando paseamos descalzos por la playa, nos relaja y nos provoca un efecto sedante.
La arena de la playa es además un excelente exfoliante natural. Basta con andar descalzos sobre ella para comprobar que en poco tiempo nuestros pies están mucho más suaves.
Reduce el riesgo de sufrir osteoporosis. Caminar aumenta la densidad ósea, si además lo hacemos por la playa el efecto se multiplica al requerir más esfuerzo.
Todo son ventajas, eso sí asegúrate de tomar ciertas precauciones como hidratarte bebiendo mucha agua, evitar los golpes de calor de las horas centrales del día, usar crema protectora y cubrirte con una gorra o sombrero. ¡Disfruta de tus placenteros y saludables paseos por la playa!
Via beneficiosparalasalud.com/
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