Biomecánica: re-aprender a caminar

jueves, 5 de diciembre de 2013 · Posted in

Andar no es nada sencillo. No lo es porque debemos mantener el equilibrio y ello supone un esfuerzo considerable a toda nuestra anatomía. Como en todo sistema sujeto a las leyes dinámicas de la física, también el cuerpo humano verá cómo su equilibrio depende de su centro de masas. Pero este centro de masas que ya de por sí es inestable en reposo (y que se sitúa en la vértebra lumbar L4) se vuelve muy inestable miles de veces al día, debido a un movimiento sumamente habitual: caminar. Cada vez que damos un paso, hacemos oscilar vertical y horizontalmente nuestro centro de gravedad. El subconsciente intentará que el efecto sea mínimo. Un individuo promedio cimentará 80 kg sobre unos pies de solo unos 7 cm de ancho.

El sistema no puede ser más inestable. Pero aprendemos a dominarlo. ¿Cómo? Gracias a la intervención combinada de más de 130 músculos, a los que sumamos articulaciones, gestos, tejidos… En la fase de aprendizaje desarrollamos un patrón de marcha que a base de práctica se queda en nuestro cerebelo formando parte de nuestra actividad subconsciente.


El problema es que hay muchas personas cuyo patrón les mantiene en equilibrio (no caen) pero hace sufrir en exceso al conjunto del sistema motriz. Cuando eso ocurre, aunque no caigamos, nos lesiona la erosión causada por un modelo errático.

¿Cuidamos nuestra forma de caminar?

El cimiento del sistema es el pie. El del movimiento: la pisada. Su trabajo es procurar el movimiento de una forma estable (en equilibrio) y progresiva, o lo que es lo mismo, que fluya sin impactos excesivos que causen micro-traumatismos a todo el conjunto óseo. Sin embargo, nuestra vida diaria no pone fácil su tarea. El pie está diseñado para andar por terrenos irregulares. La ciudad es regular. Caminar por un piso regular termina destensando músculos que existían para sujetar el sistema motriz cuando el terreno era irregular. El zapato que utilizamos a diario tampoco es un aliado a la mejor pisada. Buscamos lo estético antes que lo saludable. Ahora bien, nuestro cuerpo no va a castigarnos por elegir mal el calzado. No nos va a dejar caer al suelo. Cualquier inestabilidad afecta al pie, y nuestro sistema motriz siempre va a intentar corregir un error en la pisada. Para ello hará un sobreesfuerzo que provocará lesiones.

Dar salud a nuestra pisada

La pisada ideal debe mantener alineados en un eje vertical a nuestro tobillo, rodilla y cadera. Si pisamos más con el exterior del pie (supinadores) o con el interior (pronadores) estamos sacando del eje al tobillo. Provocamos en cada paso un sobreesfuerzo de la tibia que debe rotar anormalmente llevando un esfuerzo de rotación grave a la rodilla. Por su parte, el fémur tratará de ayudar a ésta para paliar su dolor rotando sobre ella en un giro de compensación de la desviación que viene del pie. La rodilla es una articulación diseñada para giros sobre un único plano, y los esfuerzos de torsión, rotación… laterales la dañan peligrosamente.

¿Cómo actuar frente a este problema? Con un estudio de la pisada. Una prueba biomecánica en la que al paciente camina sobre una plataforma de presiones para obtener información sobre qué parte del pie soporta más presión al caminar, en qué fase del paso tiene lugar… e indica cómo es nuestra pisada y qué problemas puede estar ocasionando. Solo una vez detectado el problema podremos solucionarlo. ¿Cómo? Con los datos obtenidos del estudio, elaboramos una plantilla personalizada que actuará como un andamio sobre el que construir nuestra pisada sana. Es decir, no nos valen plantillas prefabricadas… Solo vale la que se diseña a partir de la información obtenida con el estudio de la pisada. Para ello, debemos encargarla a un centro de estudios biomecánicos, que son los únicos dotados de la tecnología suficiente para elaborar un producto fiel a las mediciones. Una vez la integramos en nuestro calzado, cada vez que hacemos el gesto de caminar la plantilla va imprimiendo esa nueva pisada a nuestro subconsciente.

Re-aprendemos a caminar. Al cabo de un tiempo, podemos empezar a observar cómo mitigamos el antiguo y nocivo paso y con él nuestros dolores de rodillas, caderas…En resumen: si surgen defectos en la pisada los síntomas serán dolores articulares. Hemos de detectarlos mediante un estudio de la pisada y usar plantillas personalizadas para resolverlo. Y de paso, no está de más hacer una reflexión sobre nuestro comportamiento a la hora de elegir calzado. ¿Lo compramos para nuestro pie o para nuestra vista?

Via salud.ideal.es

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