Caminar, en todas sus variantes, ofrece muchos beneficios a nivel físico y psicológico; es sólo cuestión de cada persona escoger la modalidad que más se adapte a sus objetivos y estilo de vida.
Caminar, hacer senderismo o trekking, salir a correr o practicar la marcha olímpica son variantes de un mismo principio que tienen en común que son actividades aeróbicas; esto significa que mejoran la actividad cardíaca y la oxigenación de nuestro organismo.
El senderismo
Se trata de la opción más suave para caminar por la montaña, aunque no se limita a este medio. Los caminos por los que transita el senderista están habitualmente bien señalizados, pero ello no significa que alguna vez no tenga que atravesar terrenos con cierta dificultad.
El trekking
A diferencia del senderismo, esta modalidad afronta recorridos variados y abruptos por la montaña (caminos agrestes con rocas y/o hielo) que pueden durar días o semanas
enteras. Su práctica supone, pues, estar bien preparado físicamente y contar con el equipo adecuado.
El jogging
Aunque esta actividad ha perdido adeptos en los últimos años, lo cierto es que correr constituye un ejercicio ideal si se quiere aumentar el gasto energético. Correr a una velocidad de menos de ocho kilómetros por hora consume el doble de calorías que caminar, por lo que es ideal para aquellas personas que quieren bajar de peso. Sin embargo, correr tiene también sus contrapartidas: a nivel psíquico, puede «enganchar» de tal modo que se convierta en una competición con uno mismo y, a nivel físico, producir problemas en las articulaciones por los constantes impactos contra el suelo.
La marcha
Es una forma de caminar eminentemente deportiva y singular. En primer lugar, porque los pies (que no pueden perder el contacto con el suelo) se colocan uno delante del otro y en segundo, porque la pelvis se balancea de forma muy llamativa; y todo ello acompañado de un gran impulso por parte de los brazos.
Via http://www.doctissimo.es/
Caminar escoger una modalidad
