¿Te ha salido alguna vez una ampolla después de llevar unos zapatos nuevos? O tal vez el pasado otoño pasaste mucho el rastrillo por el jardín y te salió un callo? ¿O quizás te encanta bailar y te has dado cuenta de que últimamente te han salido unos bultitos duros y dolorosos denominados clavos en los dedos de los pies?
Las ampollas, los callos y los clavos pueden ser molestos, pero también son bastante frecuentes y fáciles de prevenir. Los tres están provocados por la fricción —es decir, por el roce repetido entre dos superficies, ¡con la salvedad de que una de esas superficie es tu piel!
¿Qué es una ampolla?
Una ampolla es un área de piel que sobresale y que contiene un líquido acuoso en su interior. Las ampollas se forman en las manos y los pies debido al rozamiento y la presión, pero se forman mucho más deprisa que los callos. Te pueden salir ampollas en los pies el primer día que te pones unos zapatos incómodos, que no son de tu número o que no se adaptan bien a la forma de tu pie. Te pueden salir ampollas en las manos si te olvidas de ponerte guantes protectores para usar un martillo, una sierra, o incluso para montar en bici.
En las áreas del cuerpo donde te han salido ampollas debido al rozamiento pero no has hecho nada para impedir el rozamiento (por ejemplo, los pies porque sigues llevando el mismo par de zapatos incómodos cada día) se te pueden forman callos.
¿Qué es un callo?
Un callo es un área de piel gruesa y endurecida. Los callos se forman en puntos donde se produce un rozamiento repetido y prolongado; por ejemplo, si te pasas horas pasando el rastillo en el jardín. La piel se endurece debido a la presión prolongada y se acaba haciendo más recia, al formarse una capa superficial dura, rugosa y de color amarillento o tendiendo a gris que puede o no sobresalir.
Los callos pueden ser una forma de protegerse que tienen las manos. A los gimnastas que se cuelgan de barras paralelas y otros aparatos gimnásticos les suelen salir callos, debido al constante rozamiento a que someten a sus manos. A los guitarristas también les pueden salir callos en los dedos debido a la repetida manipulación de las cuerdas. Una vez se han formado, los callos pueden facilitar el uso de las barras o la manipulación de las cuerdas a gimnastas y guitarristas, respectivamente.
Sin embargo, los callos que se forman en los pies pueden ser dolorosos porque tienes que apoyarte en ellos constantemente al andar. Se suelen formar en la parte anterior de la planta del pie (la parte redondeada que tenemos justo debajo del dedo gordo). También pueden salir callos en la parte exterior de los dedos gordo y meñique de los pies, así como en el talón. Los zapatos demasiado ajustados y los tacones favorecen la formación de callos porque someten a mucha presión a partes del pie que no están habituadas a soportarla.
¿Qué es un clavo?
Al igual que los callos, los clavos son áreas de piel dura y gruesa. Suelen constar de un anillo amarillento de piel más blanda que rodea la parte central, dura y de color gris. Se suelen formar en las puntas de los dedos o entre los dedos. Al igual que los callos, los clavos se forman debido a la presión o el rozamiento reiterado sobre o entre los dedos. Suelen aparecer después de llevar zapatos que aprietan mucho en la parte de los dedos.
Cómo prevenir las ampollas, los callos y los clavos
El mejor enfoque en lo que se refiere a las ampollas, los callos y los clavos es evitar que se desarrollen en primer lugar. ¿Cómo?
Para que no te salgan ampollas ni callos en las manos, ponte el tipo de guantes u otro dispositivo de protección apropiado cuando realices actividades que implican someter a presiones o rozamientos repetidos a determinadas partes de las manos. Por ejemplo, utiliza guantes cuando hagas jardinería y refuerzos o protectores en las palmas de las manos cuando utilices aparatos gimnásticos.
Para que no te salgan callos en los pies, elige bien tus zapatos. Intenta comprarte zapatos nuevos por la tarde, que es cuando los pies están más grandes. ¿Por qué? ¡Porque se hinchan un poco por haber andado durante todo el día! Y asegúrate de probarte los zapatos nuevos en ambos pies y de andar un poco con ellos antes de comprártelos. Aunque te encante el diseño, no te los compres si no te resultan cómodos. A menudo, un número más o un modelo diferente, más largo y/o más ancho, puede marcar la diferencia.
Y, aunque te encante determinado par de zapatos, no te los pongas todos los días. Lleva varios zapatos diferentes. Así, darás un respiro a tus pies e impedirás que la presión o el rozamiento afecten siempre a las mismas áreas.
El cuidado de las ampollas, los callos y los clavos
Si cualquiera de estos problemas de la piel se te enrojece, inflama o parece infectado, tu madre o padre deberán llevarte al médico. Pero, por lo general, las ampollas, los callos y los clavos se pueden tratar en casa.
Las ampollas generalmente solo necesitan tiempo para curarse solas. Las ampollas deben mantenerse limpias y secas y cubrirse con una venda o tirita hasta que desaparezcan. Mientras se te vaya curando la ampolla, evita ejercer presión o rozamiento sobre el área afectada.
Puedes ayudar a que un callo te desaparezca más deprisa sumergiendo la parte afectada en agua caliente y jabonosa durante 10 minutos y luego frotándola con piedra pómez. La piedra pómez, al tener la superficie rugosa, se usa para eliminar la piel muerta. Asegúrate de pedirle a uno de tus padres que te explique cómo debe utilizarse. Las plantillas acolchadas pueden ayudar a reducir la presión y el rozamiento para que se te puedan curar los callos. Puedes encontrar tanto piedra pómez como plantillas acolchadas en la mayoría de farmacias; las plantillas también se pueden adquirir en ortopedias y la piedra pómez, en droguerías.
Los clavos tardan un poco más en desaparecer. Para acelerar su desaparición, puedes comprar una especie de apósitos acolchados en forma de anillo o arandela, para que el clavo entre por el agujero central, a fin de aliviarte el dolor y reducir la presión. Algunos de estos apósitos contienen ácido salicílico, que deshace la piel muerta para favorecer la desaparición del clavo. Si con este tratamiento el clavo no te desaparece y te sigue doliendo, probablemente tendrás que ir a un podólogo, que es el divertido nombre que reciben los médicos especializados en pies.
Fuente: kidshealth.org
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